Apasionado por la vida simple, la naturaleza y el trabajo bien hecho. A mis 47 años, valoro más que nunca la tranquilidad, las buenas conversaciones y los pequeños grandes momentos que regala la vida. Me considero una persona amable, de trato fácil y siempre dispuesta a tender una mano.
Amante de los senderos, del café al amanecer y de las caminatas sin prisa. La tierra me enseña todos los días a tener paciencia, y el trabajo me recuerda que todo lo bueno toma tiempo. Siempre con una sonrisa, porque creo firmemente que la alegría es contagiosa y necesaria.