Entre cafés sin azúcar y libros que no termino, encontré que la vida es mejor cuando se comparte con alguien que sepa reírse hasta de los silencios. Soy de los que creen en las miradas que dicen más que mil palabras, los planes espontáneos y las conversaciones que se alargan sin querer. Me gusta más escuchar que hablar, aunque cuando hablo, es porque tengo algo que vale la pena decir. Si te animas a descubrir el mundo o perderte en él conmigo, ya dimos el primer paso